¿Por qué sí o sí debería hipotecarme?

Una hipoteca nos permite adquirir un inmueble sin disponer del 100% del importe, entre el 72% y el 60% del mismo.

Una parte importante de su coste de adquisición nos lo prestaría la entidad financiera, un 80% del menor valor, el de compra o el de tasación. Si, además, sumamos los impuestos -un 10% de IVA o ITP- y los gastos de notaría y registro -un 2%-, para un inmueble de 300.000 euros, el coste total sería de 336.000 euros.

Si la entidad nos concede el 80% del valor de compra, la hipoteca sería de 240.000 euros -el 71%-, y nuestra inversión -aportación de fondos-, de 96.000 euros. Si el plazo es a 15 años, y lo alquilamos por 12.000 euros al año, nuestra rentabilidad sería del 3,5% sobre el coste total. Pero nuestra inversión ha sido de 96.000 euros, por lo que la rentabilidad efectiva es del 12,5%. La rentabilidad neta es la rentabilidad bruta menos el tipo de interés, pero sobre el capital aportado.

¿Por qué no tengo en consideración el tipo de interés de la hipoteca? Pues porque no debemos olvidar el efecto de la inflación, la pérdida de poder adquisitivo que nos genera la temida inflación. Si la inflación es superior al tipo de interés -que lo es si somos capaces de encontrar una buena hipoteca- quien sufre el efecto pérdida de valor es el banco.

En entornos inflacionarios hay que “evitar el dinero ocioso” y trabajar con deuda; así, será la entidad financiera quien sufra el efecto pernicioso de la inflación. Pero, además, no debemos olvidar la plusvalía que se genera… ¡¡¡y luego nos extrañamos de que el mercado inmobiliario esté tan estresado!!!!

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